Las investigaciones en Parentalidad han ido aumentando y con ello el estudio de nuevas variables que influyen en la crianza con nuestros hijos. Es así como se ha visto que la autocompasión es una habilidad importante a desarrollar en los padres de hoy, sobre todo en sociedades en donde el éxito y la perfección queremos alcanzarlos en todas las áreas: trabajo, familia, fitness, tiempo libre, pareja y niños; siendo la culpa un ingrediente esencial para estas ecuaciones.
¿Qué es la autocompasión?
Kristen Neff es una de las investigadoras pioneras en esta temática, señalando que la autocompasión se relaciona con la forma de vincularnos con nosotros mismos amablemente y aceptarnos sobre todo en momentos de sufrimiento, independiente si éste ha sido causado por fracasos, inadecuaciones o dificultades generales de la vida. Tiene que ver con involucrar un mayor reconocimiento de las experiencias en la vida, y entender que todos los seres humanos cometemos errores, y que no hay una vida perfecta. Difícil tarea en un momento en donde las redes sociales se encargan de demostrar justamente lo contrario: “mi vida es perfecta”. La autocompasión invita a la conciencia mindful del sufrimiento personal, y rumiar menos acerca de los aspectos negativos de uno mismo o de la vida. Es así como los distintos estudios han demostrado que la autocompasión se relaciona consistentemente con el bienestar psicológico generando efectos positivos en la satisfacción y felicidad y una disminución en sintomatologías depresivas y ansiosas.
Autocompasión no es victimización.
Puede ser que confudamos la autocompasión con victimización, sin embargo es todo lo contrario. La victimización tiene que ver con estar inmersos en nuestros propios problemas y olvidar que otros pueden pasar por situaciones similares. La victimización se enfatiza en sentimientos egocéntricos y aumentar la sensación de sufrimiento personal. Tal como se mencionó anteriormente, la autocompasión tiene que ver con un sentido de “comunidad humana”, es decir, sentirse parte de un todo y relacionar las propias experiencias con las de otro, evitando el aislamiento y la desconexión.
Para la autocompasión, la palabra humanidad tiene un significado importante, ya que implica reconocer que todos los seres humanos sufrimos, y como humanos somos mortales, vulnerables e imperfectos. Es así como en los padres de hoy, reconocer que nos podemos equivocar es de vital importancia, del mismo modo como es reconocernos como personas que podemos vivenciar situaciones de estrés o emociones negativas, sobre todo cuando ocurren periodos más dificiles en la vida. Los sentimientos de culpa en los padres de hoy, por no estar cumpliendo las expectativas de crianza, cada vez son mayores, no obstante muchas veces esos sentimientos generan mayores niveles de estrés no pudiendo conectar con nuestros niños de la manera en que cada uno de ellos lo necesita.
Autocompasión no es autoindulgencia.
Por otro lado, no es raro que pensemos que la autocompasión signifique ser muy indulgente o condescediente con uno mismo, evitando cualquier sufrimiento o desafío. No obstante, ser autocompasivo implica una visión más extendida y a largo plazo del bienestar, buscando incluso realizar acciones que implican un esfuerzo mayor para dejar ciertos hábitos que generan malestar. La autocompasión muchas veces genera el motor de arranque para desarrollar habilidades personales y cambio ajustado a expectativas realistas, lo cual es absolutamente necesario en periodos de nuestra vida más difíciles.
Primeros Requisitos para la autocompasión.
La autocompasión es una habilidad y como tal, se puede desarrollar, es así como Kristin Neff indica cuáles son los primeros requisitos que señalan que estaríamos por el camino más autocompasivo. El primer requisito que nos permite darnos cuenta que estamos siendo autocompasivos es darnos cuenta que estamos en sufrimiento. Muchas veces recibimos en nuestra consulta a papás preocupados por la conducta de sus hijos sin darse cuenta el nivel de estrés que ellos están vivenciado. Al no darnos cuenta que estamos en sufrimiento, muchas veces podemos responder con nuestros hijos con conductas más irritables o molestas, o incluso con cierta desconexión. Es por ello, que ser conscientes de nuestro mundo interno es esencial, sin buscar necesariamente que esos sentimientos se terminen, pero sí probablemente buscando aliviar o atenuar el dolor.
El segundo requisito para darse cuenta que estamos siendo autocompasivos, es sentirnos conmovidos por el otro. Cuando esto ocurre, sentimos que necesitamos ayudar al otro. Tener compasión también significa que ofreces compresión y amabilidad al otro cuando cometes errores, en vez de juzgarlo duramente. Al tener autocompasión, es más probable que seamos más compasivos con el otro, lo cual permite tener un manejo más contenedor y realista en momentos en que nuestros hijos presentan situaciones difíciles o conflictos.
Los invitamos a revisar la página de Kristen Neff http://self-compassion.org/ , en donde encontrarán varios ejercicios y tips que permiten desarrollar la autocompasión. Además de invitarlos a leer su nuevo libro en conjunto con Chris Germer: “The Mindful Self-Compassion Workbook”.
Ps. Mariana Elgueta.