La palabra adolescente deriva del verbo en latín adolescere, lo que significa crecer y desarrollarse. Tomando en cuenta la definición, es posible comprender la adolescencia como un tiempo de crecimiento y evolución que conlleva para los adolescentes un tiempo de indecisión e incertidumbre propias de la etapa del desarrollo, debido a los profundos cambios, tanto biológicos, sociales, psicológicos, emocionales, afectivos y sexuales. Cambios que también repercuten en la crisis de identidad y los sentimientos de ambivalencia, donde el adolescente pregunta constantemente “¿Quién soy?”.
El problema principal del mundo adolescente es la crisis de identidad. El adolescente está en un constante movimiento de avance y retroceso, por una parte intenta buscar el camino adelante haciéndose adulto e independiente y al mismo tiempo buscar el camino atrás para contactarse con lo infantil y dependiente.
Son por todas estas transformaciones, que el adolescente busca construir su identidad, lo cual en un principio, se refleja en la liberación de los padres como figuras de identificación y los lleva hacia la identificación con la comunidad adolescente; y será ahí donde logrará diferenciarse, conocerse y lograr finalmente una identidad firme y sólida.
Este proceso de diferenciación de los padres es fundamental y necesario para el proceso de construir una propia identidad, por lo que se comprende la transgresión de límites y la confrontación al mundo que realiza el adolescente como una manera de separarse y así lograr la individuación. Será durante esta etapa que la relaciones padres/madres e hijos/ hijas cambian de manera significativa ya que es la etapa donde aparece la crítica, la oposición y el desacuerdo y los jóvenes se sienten cada vez menos dispuestos a someterse a la autoridad. Y será el grupo de pares el que asuma un rol fundamental como fuente de apoyo y de escape para llevar a cabo las tareas propias de esta etapa del desarrollo.
Es en esta etapa donde el adolescente demandará mayor grado de autonomía o libertad y frente a esto, la tarea de los padres se vuelve más difícil y compleja, ya que deben aceptar el crecimiento y desarrollo de sus hijos e ir dándoles poco a poco las condiciones necesarias para que logren su desarrollo.
En esta etapa es fundamental que los padres aprendan a hablar y comunicarse con los adolescentes, mostrando aceptación de sus palabras, confianza en ellos, interés por lo que dicen y demostración de afecto. Es una escucha activa, demostrando que es muy importante conocer sus opiniones y respetar lo que dicen; entendiendo además que ya no son niños por lo que poco a poco es necesario ir entregándoles cierto protagonismo, escuchando sus opiniones y dejándolos participar en la toma de decisiones.
Es importante, para mantener una adecuada y eficaz comunicación que se intenten formular preguntas abiertas con los adolescentes, estimularlos a que les comenten lo que piensan y sienten frente a diversas temáticas, evitando preguntas que tengan una respuesta sencilla como: “sí” o “no”, así abrimos conversaciones y damos espacio al diálogo. Y en esta conversación es fundamental tomar una postura de apertura y mantener el control de las emociones, ya que si escucha o percibe algo que no le agrada, es necesario responder sin enojo y sin juzgar, de lo contrario el adolescente leerá que no debe hablar de ese tipo de cosas y el canal de comunicación se cerrará.
Entregar esta libertad y autonomía, no significa que se está dejando de poner límites y normas. Éstas deben existir, pero deben ser particularmente claras, bien definidas y coherentes. Será necesario ir explicando el porqué de los límites y la importancia de respetarlos, así como las consecuencias de que no se haga. Los padres han de estar dispuestos a distinguir lo que es esencial y a escuchar las razones de sus hijos; por lo que, en conjunto con la firmeza y el establecimiento de reglas, será necesaria una cuota de flexibilidad para poder ceder en algunas circunstancias si la situación lo amerita.
Permitirles vivir sus propias experiencias en situaciones que no conlleven mayor riesgo, ya que para aprender es necesario experimentar, y a veces equivocarse. No intentar darles “recetas” de cómo hacer las cosas, sino que aportarles otros puntos de vista con argumentos suficientes para que ellos elijan su camino, con alguna guía de parte de sus padres, pero que sean ellos quienes participen de la decisión.
Y por último, es necesario y fundamental entender que es natural y esperable que el adolescente se separe de la familia por un tiempo, ya que estará más preocupado del grupo de pares y serán a ellos a los que pedirá consejos y con los que conversará acerca de sus problemáticas. Frente a esto, los padres deben mostrarse disponibles y trasmitirles que siempre puede recurrir a ellos si los necesitan; pero el adolescente debe percibir una sensación de libertad y autonomía, que dentro de ciertos parámetros lo dejen circular y experimentar tranquilamente.
Es importante no tomar esta etapa y las actitudes y modos de los adolescentes como actos de rebeldía, desobediencia e insubordinación, sino que como una etapa necesaria de diferenciación que los llevará a contestarse las preguntas “¿Quién soy?, ¿A dónde voy? o ¿Qué quiero?”.
Para los padres será necesario entender este camino como algo natural y como parte del proceso necesario de los adolescentes para poder transformarse finalmente en adultos. Y deberán contar con la paciencia y la tolerancia necesaria para acompañarlos en este camino de la mejor manera posible sin sentir ni tomarse las actitudes de sus hijos como algo personal, sino como parte de su desarrollo.
Ps. Camila Domínguez F.